Cuando hablamos de siniestros viales, generalmente se piensa en las víctimas que se han visto afectadas de gravedad al ser impactadas por un conductor en estado de ebriedad, o aquellas, que lamentablemente, pagaron con su vida la irresponsabilidad de terceros. Sin embargo, las repercusiones que puede generar un siniestro vial va más allá de las lesiones físicas y la muerte.
No son pocas las familias que han vivido esto, y tampoco son pocas las que han librado sin mayores daños personales, pero que sí se ven afectadas en cuanto a lo material y económico. Lo costoso de la reparación o la pérdida total de un vehículo puede significar mucho para un familia víctima de un siniestro, como lo es la pérdida de su instrumento de trabajo.
Esto es lo que le sucedió a Bernarda Ugarte, quien junto a su esposo y sus hijos de 12 y 3 años, fueron víctimas de una conductora en estado de ebriedad quien los impactó y volcó el vehículo en el que viajaban en enero de este año. Si bien sus lesiones fueron leves, las repercusiones de este siniestro los persiguen hasta el día de hoy, ya que significó perder su herramienta con la que labora ella y su marido.
Lamentablemente, para poder obtener alguna compensación económica ocasionada por la conductora responsable, deben iniciar un proceso judicial civil el cual es costoso y significa un gasto que la familia no puede incurrir, por lo que estas familias, como la de Bernarda, quedan completamente solos y vulnerados en su derecho a reparación.