21/11/16
Lidia Merino (en la foto), se habïa estado preparando hace mucho tiempo para este 23 de noviembre. Iba a ser un día complejo y difícil. Se suponía que el 23 sería el juicio oral donde se pedirían las penas más altas que establece la ley para el hombre que atropelló a su hijo Máximo de 2 años y 11 meses. Pero algo pasó “a la defensa de este gallo le faltó declarar algo. Hicieron otra audiencia”, explica ella con decepción.
Lidia había visto al hombre que asesinó a Máximo en dos audiencias previas. Sintió deseos de matarlo. Nunca ha tenido la oportunidad de enfrentarlo.
La noche del 26 de abril del año pasado, Máximo iba de la mano de su padre y de sus abuelos cuando este hombre los arrolló en la puerta de la casa y huyó. En el siniestro murieron Máximo y su abuelo y un tío. El papá de Máximo quedó con heridas gravísimas. El conductor huyó, pero logró ser apresado. Marcó 2,6 grados de alcohol por litro de sangre, pero negó ir manejando. Dijo que iba de acompañante. Pero no pudo sostener su mentira porque los testigos del atropello lo tuvieron que ayudar a bajarse. Iba solo en el auto, completamente ebrio. Huyó caminando.
A pesar de que podría parecer que el hombre lo tiene todo en contra, Lidia teme que pueda ser liberado muy pronto. “El abogado me dice que esta peleando porque le den 10 años. Pero me dice que a lo mejor le dan como mucho cinco. Además le van a descontar el año seis meses que lleva en prisión preventiva. Y yo digo, cómo le van a dar menos de cinco años si murieron tres personas (además de Máximo, dos adultos). Él dice que no va a volver a tomar, que no va a volver a hacerlo. Yo quiere que esté preso. Que pague”, dice.
Lidia hoy está viendo al sicólogo, al siquiatra, está con pastillas, viajando regularmente a Santiago para tratarse. Dice que está mejor. Desde que tomó la decisión de tratarse ha mejorado. Está más tranquila, tiene menos angustia. Y es que tiene motivos para seguir luchando, su hijo Marco, de 14 años. Él, por supuesto, también ha sufrido, pero ha ayuda a mantener a flote a su mamá. “Él lo toma de otra manera. Tiene más cosas para entretenerse”. Lidia dice que tratan de no hablar mucho de Máximo, porque cuando lo hacen terminan llorando “y a él no le gusta verme llorar”.
Su pareja también ha sido un apoyo. Llevaban solo 3 meses con su pareja cuando se produjo el siniestro. “Él ha estado en los momentos buenos y en los momentos malo, pero no ha sido fácil”.
A los personas que manejan con alcohol o drogas, Lidia le diría que piensen en sus familias en ellos mismos. No solo en el daño que le pueden hacer a los demás. La familia de este hombre también está pagando.
Lidia reconoce que en lo único que piensa por estos días es en el juicio. En que el hombre que mató a su hijo menor, pague con cárcel efectiva. Pero dadas algunas experiencias anteriores, teme que la condena sea muy baja. “No voy a vivir si sale a los dos años”, dice.
El hombre que atropelló a su hijo Máximo, ni siquiera le ha pedido perdón.