“Los jueces aplican las leyes como mejor les parece”

IMG_ru7lkhRodrigo Ruiz Almonacid tenía 22 años cuando el 12 de noviembre del 2014, mientras viajaba en el asiento trasero de un auto conducido por un amigo borracho, falleció al salir eyectado del vehículo en la ciudad de Concepción. Su caso no ha presentado mayores avances, lo que su familia atribuye a la lentitud de la justicia y a la poca cooperación de los otros dos ocupantes del auto.

A casi dos años del fatal choque, María Eugenia, madre de Rodrigo clama por justicia y verdad, además de derribar mentiras que se tejen frente a la muerte de su hijo y que según relata, solamente acrecientan el dolor de su temprana partida.

“Me enteré de la muerte de mi hijo por carabineros cuando alrededor de las 7 am. tocaron el citófono en mi casa y me preguntan por Rodrigo Ruiz Almonacid y le digo que sí, que es uno de mis hijos,  pero que él estudia en Concepción así que no se encuentra en casa. Carabineros me pide que salga porque necesitan hablar conmigo y ahí al salir, comprendí todo.

Fui hasta la reja y me dicen que cerca de las 03:30 había habido un accidente y que mi hijo había fallecido. Yo simplemente no lo quería creer.

Eran tres personas las que iban en el auto: el conductor, el copiloto y atrás venía mi hijo durmiendo. Todo esto lo sé porque lo relató el copiloto, que era el dueño del vehículo y le pidió al otro amigo que manejara porque venían con trago, pero como el papá del conductor era carabinero, les podía sacar los partes o ayudarlos si tenían algún problema.

El inculpado y conductor, Máximo Otárola, de unos 24 años, nunca reconoció nada ni dio la cara, al contrario, siempre está tratando de zafar de cualquier responsabilidad. Esta persona nunca se acercó a pedirnos disculpas o decir que lo sentía, pero yo sí cada vez que lo veía le pedía que dijera la verdad, porque él llegó hasta a inventar que iba una cuarta persona y que esa persona iba manejando.

En una oportunidad yo iba con mi hija mayor y nos encontramos con él y me dijo que lo que pasaba era que tenía miedo de confesar y decir lo que había pasado. También traté de hablar con la mamá de este joven para implorarle que hablara con él y que lo hiciera entrar en razón porque yo entiendo que ninguno de ellos buscó esto, pero soy yo la que se llevó el dolor mayor y a eso tengo que sumarle las mentiras.

Todos los que viajaban esa noche en el auto eran amigos, se conocían de toda una vida porque todos vivían relativamente cerca. Yo suponía que eran amigos, pero está claro que no era así o de lo contrario, no hubieran actuado así.

Se han hablado tantas cosas que no son ciertas y que me duelen más todavía, incluso en los medios, porque decían que mi hijo iba tonteando con el cuerpo afuera, pero eso no es verdad. Rodrigo no era osado y eso lo saben todos los que lo conocieron. Mi hijo murió, y murió decapitado al salir disparado, pero no fue algo que él se buscó.

Ellos venían en ese auto después de haber estado en una discoteque, pero mi hijo no se bajó, sino que se quedó durmiendo en la parte de atrás del auto porque había tomado y eso lo confirmó el dueño del auto.

Después de salir de la discoteque , se sacaron fotos. Hay imágenes que  el conductor y el copiloto le sacan al velocímetro marcando 140 km/hora y después a 180 para más rato sacarse selfies conduciendo e incluso, le sacaban fotos a mi hijo durmiendo atrás. Ellos hicieron de esto un juego, creían que lo estaban pasando bien, sin embargo, condujeron a la muerte a mi hijo que sí había sido responsable, pero el auto se les fue en una curva y era algo lógico si iban a 180 o quizás a más.

Conozco tan poco de como ha ido avanzando el caso, hay cosas que yo no sé. Lo poco que me han dicho es que el auto lo periciaron ese día y después se lo entregaron inmediatamente a su dueño, ahí lo desarmaron y supongo que después lo vendieron por piezas para que desapareciera.

No hemos podido tener justicia porque usted sabe, si uno no paga un buen abogado las cosas no avanzan y aquí estamos, sin tener a nadie preso.  Cuando creí que íbamos a tener avances y el conductor del auto tuvo que declarar, prefirió guardar silencio y quedamos nuevamente en nada.

Nosotros nos apoyamos solamente en nuestra voluntad para seguir adelante, no tenemos nada más.  Con mis hijas, lucho día a día por estar unidas para enfrentar lo que venga.

No puedo entender como los carabineros no pudieron avanzar más si al momento de llegar al accidente ven que hay un joven atrapado, mi hijo que había salido impulsado fuera del auto y había muerto decapitado y otro joven, parado afuera del auto y que carabineros le crea el testimonio de que iba una cuarta persona manejando, pero que no le saben el nombre ni ningún dato porque se arrancó. Eso me parece terrible.

La Ley Emilia se está aplicando por parte de la justicia de manera ineficiente. Siempre vemos en la tele casos de personas que asesinan y se inician juicios, pero quedan en nada que es lo que está pasando con el caso de mi hijo Rodrigo. Es como si la ley la acomodara cada juez a su gusto como pasó con el caso del futbolista que atropelló a una chica y al final, casi parecía que culpaban a la joven y no a él, claro, porque es  famoso y con recursos.

Si carabineros se fuera a parar afuera de una discoteque ¿qué pasaría?, claro, se darían cuenta que salen los jóvenes borrachos, algunos hechos bolsa y todos ellos se suben igual a su auto y se van. Carabineros dice que no puede llevarlos presos todos, pero ahí uno se da cuenta que no se aplica la ley porque está claro que no se puede conducir con alcohol. Ni quienes deben hacer cumplir las leyes las aplican como se debe».

Macarena Benítez

Periodista

Fundación Emilia Silva Figueroa, Víctimas de Accidentes

 


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