“Estoy tranquila. Voy a rearmarme”

23/01/17

La primera semana de enero se cerró un ciclo en la vida de Lidia Merino. Un ciclo doloroso, que empezó el 26 de abril de 2015 cuando un conductor con 2,6 grados de alcohol por litro de sangre, le provocó la muerte a su hijo Máximo, de solo dos años.

maximoA partir de ese momento, Lidia no solo tuvo que intentar sobrellevar una muerte tan dolorosa, también debió llevar adelante un juicio difícil contra el autor del delito. Un juicio largo, cansador y en el que permanentemente se vio enfrentada a la posibilidad de que el responsable de la muerte de Máximo, quedara libre.

Se sabe que la Ley Emilia se aplica dependiendo de los criterios del Juez y de la Fiscalía y en muchos casos, esos criterios no son compartidos por los familiares de las víctimas.

Pero Lidia tuvo otra suerte. Esta semana se realizó el juicio oral en contra del hombre que mató a su hijo, y el juez lo condenó a 10 años de cárcel, el máximo al que se podía aspirar. Cinco por el atropello en estado de ebriedad, y otros cinco por haber huido sin prestar ayuda a las víctimas y por conducir sin licencia.

Lidia dice que siempre tuvo miedo de que el chofer recibiera una condena inferior, “el abogado me decía que podía ser menos, que incluso podía cumplir la condena en su casa. Yo no lo habría podido soportar”.

El veredicto la dejó conforme. Tiene muy claro que nada le va a devolver la vida a su hijo, pero el fallo favorable es como un consuelo para ella. La alivia saber que el conductor pagará con cárcel. “Yo sé que hay familias que han conseguido menos. Por mí que hubiera sido cadena perpetua, pero no se puede. Creo que su peor condena va a ser la de su conciencia”.

Mirando atrás este proceso, Lidia reconoce que se sintió permanentemente apoyada. El fiscal, el abogado, incluso el alcalde de El Monte (comuna donde vive) “siempre estuvieron ahí”.

Lo mismo la Fundación Emilia “desde el primer momento estuvieron apoyándome. No siempre podían estar presentes por las distancias, pero siempre me llamaban, me preguntaban cómo iba todo, me asesoraban, siempre estuvieron muy preocupados. Estoy muy agradecida del apoyo de la Fundación Emilia”.

¿Cómo enfrentas esta nueva etapa?

“Fue un año 8 meses de estar esperando este día, sin poder cerrar la herida. El final del juicio es el cierre de un ciclo, es como volver a empezar y enfrentar el futuro sin la preocupación de que ese hombre pueda estar en libertad. Estoy tranquila, voy a rearmarme”.

Ver entrevista a Lidia previa a la sentencia


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