«Como padre, hago un llamado a los jueces para que apliquen como se debe la Ley Emilia. No me devolverán a mi hija, pero aliviarán en algo el dolor”

Camila tenía 19 años y su amiga Estefany 18 cuando murieron en un choque en Punta Arenas. Por razones que se investigan, subieron al auto que era manejado por Alejandro Tarumán  quien conducía en estado de ebriedad y que desde ese momento, se encuentra recluido en la cárcel de Punta Arenas esperando el inicio del juicio que mantiene a las familias destrozadas a la espera de justicia, reparación y la correcta aplicación de la Ley Emilia. Saben que la justicia no les devolverá a su hija, pero esperan que con ese fallo y el aumento de fiscalizaciones, las familias destrozadas y los sueños rotos no golpeen a más chilenos y chilenas.

Francisco Vásquez habla pausado y con voz cansada, como haciendo un esfuerzo por no quebrarse y a la vez, dejando en claro en cada una de sus expresiones que los recuerdos de su hija Camilia Vásquez Fernández (19 años) siguen intactos o quizás, más presentes que nunca.

Captura13Este 1 de septiembre se inició el juicio contra Alejandro Tarumán Huainao,  el autor del choque que le costó la vida a Camila y a su amiga Estefany Arias (18 años) y Francisco siente la ansiedad de tener que revivir ese duro momento para la familia.

“El 22 de abril Camila salió de la casa a las 15:30 de la tarde y nos dijo que iba a buscar a su amiga a la universidad y que iban a salir juntas. Nosotros calculamos que debe haber ido a la universidad de Estefany cerca de las 17:00 horas.  Mi hija estudiaba segundo año de Prevención de Riesgos en el Inacap y Estefanía estudiaba Trabajo Social en la universidad.

Nos enteramos de lo que había pasado cerca de las 20:00 horas, pero realmente el choque fue a las 19:00 horas. Nosotros supimos por las redes sociales de lo que había pasado  porque lo vio Julia, mi otra hija, pero realmente al principio nos negamos a creer que habían sido ellas.

Al parecer, mi hija y su amiga no conocían de antes a esta persona,  no había amistad, pero sí con el acompañante porque habían estudiado juntos.

No alcanzamos a llegar al lugar porque está a unos 9 kilómetros de la ciudad, pero por lo que sabemos es que ellas murieron con el impacto… no se pudo hacer nada.

Hay un fuerte dolor y daño emocional a nuestra familia en lo anímico y laboral, algo que nunca imaginamos hasta que nos pasó. Seguramente en el juicio vamos a revivir esto y será más tremendo todo para nosotros porque además de haber perdido a nuestra hija y a su amiga, no hemos tenido ni una sola palabra de arrepentimiento o de disculpas de esta persona ni de sus cercanos, nada en todos estos meses.

No creo que este dolor se logre reparar, que nosotros sanemos. No importa cuántos juicios se hagan, porque nada nos va a devolver a Camila. Nada ayuda a que el dolor pase, todo esto nos dañó la vida para siempre porque nuestra hija nunca dio un problema, ella solo quería estudiar y ser profesional para lograr sus metas, pero esta persona se lo arrebató.

En una ciudad como Punta Arenas, se hace difícil controlar a los conductores ebrios porque además tenemos altos índices en este tema de la ingesta de alcohol y la conducción y esto es algo que nos golpea fuerte en la región y acá están las consecuencias.

Nosotros estamos día a día tratando de volver a una supuesta normalidad, pero lo veo difícil porque los recuerdos de Camila nos acompañan siempre al igual que los de su amiga, porque ella iba constantemente a la casa así es que esto es un dolor doble.

Que haya muerto nos sacó de nuestra vida normal, de la rutina y para reconstruirnos, estamos en tratamiento con psicólogo y psiquiatra gastando plata que no teníamos. Este es un trauma gigante que se vive día a día, porque no sabemos bien como seguir.

Uno como padre trata de ser fuerte, pero por mi trabajo en la mina, paso más tiempo solo y por lo mismo, pienso más y le doy mil vueltas. Nunca antes en mi vida había tomado una licencia, pero ahora lo hice para tener tiempo con mi hija Julia y mi esposa y apoyarnos ya que ellas no están bien.

Para Julia todo esto ha sido tremendo porque eran muy unidas y cercanas, pero ahora todos como familia hemos tenido que enfrentar crisis de pánico y tristezas terribles por no tenerla y eso no es justo.

Este hombre después de chocar y fugarse, terminó en el hospital y a la semana siguiente ya fue formalizado y desde ahí está en prisión preventiva, pero no sabemos qué pasará de ahora en adelante y eso nos angustia.

Creo que con la Ley Emilia hay un avance importante y eso esperamos que se vea en el juicio. Además de educación, veo que se debe apuntar a la fiscalización y el control, especialmente en horas claves porque si uno recorre las calles de Punta Arenas en las noches, se ve que la juventud no está consciente del daño que provocan.

Si se realizaran controles desde las 4 de la mañana, serían muchos más los detenidos y se evitarían delitos al volante porque Punta Arenas es una ciudad donde hay mucho acceso al alcohol porque es barato y los autos también lo son y por eso quizás hay tanto joven que comete esto sin pensar en las consecuencias.

La Fundación Emilia nos ha ayudado no sólo en la parte legal, en asesorarnos sino que lo que más valoro es que nos han acompañado en este duelo, en el dolor y eso nos permite seguir.

Hay impunidad y ahí la ley no se aplica como corresponde. Mi llamado como padre es para que los jueces apliquen las sanciones debidas en el caso de Camila y en todos los otros, de lo contrario, revivimos el dolor. Nada me devolverá a mi hija, pero no queremos que la justicia nos falle.


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